El secado es uno de los procesos que más influye en las características del producto final y determina su valor y consecuentemente su precio de venta. Generalmente después de la recolección manual, las mejores cualidades del café se someten a un secado lento. Los granos se colocan en grandes tanques llenos de agua y se clasifican en función de su flotación.
Luego, se quita la pulpa y los granos
se fermentan de forma controlada, de 12 a 48 horas, amplificando su aroma y dulzura. Finalmente se lavan y se secan al sol. En esta fase, un control perfecto de la humedad es esencial para prevenir la pudrición. La necesidad de exponer los granos de café al sol implica tener que almacenarlos en el interior cuando llegan las lluvias, muy comunes en la temporada de cosecha.
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Gracias a su alta transpirabilidad, permite un alto manejo de la higrometría y un mejor secado; Con las solapas externas dobladas sobre los granos, proporciona el sombreado adecuado y atenúa la intensidad de los rayos del sol para la mejor conservación de todas las cualidades organolépticas del café, reduciendo la oxidación; La malla tricotada, altamente indemallable, garantiza la larga vida del tejido.
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Con un ancho de 2.5 metros, la tela se extiende sobre mesas anchas de hasta 1.80 metros y largas hasta 25 metros. Una malla de alambre subyacente soporta el peso de los granos que incluso alcanza las 2 toneladas a plena carga. En días soleados, las solapas externas se doblan sobre los granos;
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mientras que a la menor señal de lluvia, los operadores ruedan la tela longitudinalmente para depositarla fácilmente en los depósitos cubiertos.
El café tarda hasta 20 días en secarse y requiere un cuidado constante.
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